viernes, 29 de mayo de 2009

Honestidad y autoexámen

Evidentemente el tema de la honestidad requiere una autoevaluación sincera. Si lo hacemos, seguramente encontraremos muchas faltas en nosotros mismos. Con paciencia y serenidad deberíamos tener a la vez una firma decisión de corregirnos. Jamás lo lograremos totalmente, pero nuestra lucha, invisible para los demás, nos hará mejores y más dignos. Esa autoevaluación nos enseñará también a ser más tolerantes con los demás. 
Aprender a ver, juzgar con humildad y firmeza los actos y no las personas son pasos necesarios para que nuestra propia acción sea posible. La satisfacción interior del esfuerzo también nos permitirá disfrutar más plenamente de todo lo bueno que hacemos y recibimos. Hasta pronto. JMB

sábado, 23 de mayo de 2009

Honestidad para vivir mejor

A pedido de mi amigo, Quique (les insisto, no se pierdan de ver su blog, una auténtica www.quiquef.blogspot.com) escribo unos líneas para retomar la reflexión. He estado los últimos días pensando cómo definir mejor lo que es la honestidad y para qué sirve. No he concluido mis cavilaciones pero puedo decir algunas ideas. El ser humano tiene en su naturaleza, lo bueno y lo malo, en una extraña combinación. Todos tenemos de las dos cosas, en una perenne lucha, a veces agotadora. A su vez, nuestras experiencias y temperamento nos predisponen de una manera aún más misteriosa hacia uno u otro lado en forma de tendencia. Es la libertad, en la medida humana con todas sus limitaciones, la que permitirá seguir uno u otro camino, aunque el mérito personal en ello quede oculto. Se ven los actos y somos responsables de ellos, no se ve la lucha interior y las emociones que nos llevan a ellos. Por eso, podemos juzgar actos, jamás personas. La honestidad debe tener que ver con esos actos, sobre todo con cuánto hacemos o intentamos hacer por los demás. Siendo el hombre un ser que vive en sociedad y que sólo así se desarrolla como hombre, su bien está íntimamente ligado al bien de los otros y por esa vía, al bien común. Así, la honestidad sirve, sin dudas, para el propio bien y para el de la sociedad, porque hace de nosotros seres más cercanos a nuestra esencia, y de ese modo, más perfectos. Por lo tanto, la honestidad nos hace más felices, en la dimensión profunda, aunque parcial que nos es permitida en esta tierra. Aunque tal vez lo humano nos lleva también a alguna otra dimensión, que la esperanza nos permitirá vislumbrar.

sábado, 16 de mayo de 2009

Tiempo subjetivo

En general se distinguen los temas relacionados con la edad según una valoración objetiva (años), una de "apariencia" y otra "interior". En realidad, todas estas posturas coinciden en asignarle a la edad un lugar preponderante (por tener, parecer o sentir). Cuestiono la validez del valor de la edad para medir tanto apariencia como emociones. Sólo creo que tiene un valor objetivo, pero para menos cosas que las que se supone. La edad objetiva tiene validez jurídica en muchas situaciones y es un parámetro para cuestiones relacionadas con las etapas de la vida, particularmente con la niñez y la adolescencia y con cuestiones biológicas.
En relación a la apariencia, lo bello, lo agradable, lo armónico, es independiente de las variables cronológicas, esas cualidades son en si mismas. En relación a lo emocional, la alegría, la vitalidad, el optimismo, o sus contracaras tampoco necesitan de la edad para darles algún sentido.
Algunas distorsiones, a veces graves, se producen cuando se toma la edad como variable principal. Por ejemplo cuando se supone que una persona mayor ya no merecería cuidados médicos esmerados, o cuando se limita laboralmente a alguien, etc. Es decir, que la edad lleva muchas veces a la discriminación. 
En mi opinión tenemos que dejar de preocuparnos por la edad y sus variables y ocuparnos más de aquellos atributos que se suelen relacionar con ella y pueden ser incrementados, cuidados o desarrollados por nosotros mismos. Contra la objetividad del tiempo nada puede hacerse, con su subjetividad (su utilización) mucho. Vivir, de la mejor manera posible, con lo que nos es dado en acto y en potencia, es el desafío.

lunes, 11 de mayo de 2009

¿Qué edad tenés?

¿Cuántos años tenés? ¿Cuántos años tiene? ¿Cuántos años crees que tengo? ¿No parezco de menos? ¡Parece de más! ¡Qué bien está para su edad! ¡Ya tengo 28 años, a mi edad...! ¡Ya tengo 53 años, a mi edad...! ¡Ya tengo 75 años, a mi edad...! ¡Tengo la edad de mi corazón! ¡Sigo siendo joven! ¡Ya estoy viejo! ¡Es la crisis de los 40! ¡Es la angustia del octavo mes! ¡No me queda nada por vivir! ¡Tiene la vida por delante! ...
Podríamos enumerar cientos de frases más. Ya les daré mi opinión al respecto. Mientras tanto me gustaría conocer la de ustedes (no la edad, eh?, la opinión)...

domingo, 3 de mayo de 2009

Buscamos la verdad?

Sin un apego real a la búsqueda de la verdad no podremos crecer ni personal ni colectivamente. Como en tantas cosas, muchos (la mayoría, me animo a decir) opinan según su propia conveniencia y no según una conciencia recta (acertada o no). No sorprende que tantos ex-oficialistas puedan mostrarse ahora tan opositores ni que gente aparentemente capacitada e independiente se arrastre detrás del poder de turno si obtiene alguna migaja (o fortuna). Lo mismo pasa muchas veces con la oposición y también con dirigentes e incluso ciudadanos en general. Solemos ser según lo que creemos que nos conviene. Así estamos. Sin convicciones auténticas, sin independencia ni juicio crítico real parece improbable construir una sociedad seria. Por eso no me cansaré de decir que, al margen de las acciones que se tomen en el ámbito público, los verdaderos cambios son interiores y empiezan por cuestionarnos seriamente a nosotros mismos y esforzarnos en ser más honestos, coherentes y comprometidos. Por favor, tengamos nuestra propia autocrítica! Nos dará la libertad necesaria para opinar, pero sobre todo, para actuar. JMB