Erasmo de Rotterdam escribió en el siglo XVI un fantástico libro, con un título muy sugerente: "Elogio a la locura". Se destaca en él el valor de la creatividad, la alegría, la espontaneidad, el amor. Opone así su elogio a la falsa sabiduría de los que creen saberlo todo, son rígidos, severos y aburridos. Thomas Merton los llama "bienpensantes" y los ejemplifica en quienes se quedan debajo de la montaña criticando a Prometeo en su intento de alcanzar el fuego de los dioses. Los pseudo prudentes "bienpensantes" criticarán con sólidos argumentos la "locura" imposible de Prometeo.
En psiquiatría se distinguen las "psicosis", como cuadros específicos, de las clásicamente llamada "psicopatías" llamadas por muchos autores con un nombre más potente, "locura moral", que se trata de aquellas personas que tienen una forma desviada de valorar sus actos y los de sus semejantes en función de sus propias preferencias o necesidades. Así la "locura moral" no respeta escala de valores ni le interesa nada que no sea sí mismo.
Por otro lado, es conocida la frase acerca que "los niños y los locos dicen siempre la verdad". Como adultos, tratamos de formar a los jóvenes, educarlos, lo cual exige ponerles límites de distinto tipo, a veces algo escasos y otras algo exegerados. En cualquier caso es común decir frases del tipo: "abrigate bien", "no podemos ir porque llueve", "ya dejá de jugar que tenés otras cosas que hacer", "pensá en lo que hacés", "ya sos grande para eso", y así hasta el infinito.
El día sábado 31 de octubre de 2009 amaneció con severas amenazas de lluvia. Una lástima, ya que ese día los padres del Colegio Salvador recibíamos a nuestros colegas uruguayos del "Seminario" de Montevideo. Nuestro gusto por el fútbol y la intención de la integración y la amistad nos llevaban a este nuevo encuentro, postergado varias veces desde las complejidades de Buenos Aires. Los padres del Seminario, alrededor de 40, viajaron pese a los pronósticos adversos, para pasar el fin de semana en nuestra ciudad. Organizados, comprometidos y con muchas ganas de pasarlo bien, sin mirar el cielo apostaron por poder ese sábado jugar. Mientras tanto, la inquebrantable convicción de los organizadores se contagiaba a los otros padres que dejaban sus casas y su esperado descanso para ir a recibir a los vecinos. La lluvia, seguramente pararía y el campo de juego estaba "impecable". El deseo de todos no pudo ser. A la hora de jugar era un diluvio. Sin embargo, los "locos bajitos" que alguna vez fuimos se hicieron cargo de la situación. No se escucharon quejas. Como niños chapoteando bajo el agua y el noble fútbol como excusa, alrededor de 60 adultos volvimos a nuestros mejores años.
La "locura moral" de muchos dirigentes separan, enfrentan, generan inexplicables resentimientos y desconfianza. Nada de ello existió en la realidad compartida de dos comunidades unidas como siempre lo estuvieron y como un símbolo de las enormes potencialidades humanas.
Sí hubo lugar, y mucho, para la locura de Erasmo. Fútbol, asado y camaradería brotaron por doquier.
Gracias a todos los que nos permitimos ese día inolvidable y nos juramentamos repetirlo el año próximo, esta vez, del otro lado del maravilloso río que nos une desde siempre.
¡Salud por la sana locura del fútbol, de la vida y de la amistad! Juan Manuel Bulacio