Las oscilaciones anímicas son parte de la naturaleza humana. Esos cambios nos llevan a ver las cosas diferentes casi a cada momento. Pese a ello, en general logramos cierta coherencia, imperfecta, en nuestra mirada de las cosas y sobre todo en nuestras conductas. Claro, que a veces esto se pierde, si tomamos lo transitorio como permanente. Es por eso que necesitamos cierta distancia emocional para que nuestras conductas conserven esa coherencia. Pero la oscilación anímica, dentro de ciertos límites es, incluso, necesaria.
En este marco, cabe preguntarnos cuánto, cuándo y con quién es posible compartir esos "bucles" del pensamiento. Hacerlo nos acerca a nuestro interlocutor, pero puede ser incomprendido o bien puede llevar a apresuramientos conductuales como consejos o acciones inadecuadas u oscilantes. Entonces? Compartir es bueno, pero bien encuadrado.
A su vez, nuestra actitud de apertura hacia el otro debe ser no caer en esos apresuramientos cuando somos nosotros los que debemos escuchar.
Tal vez parezca algo complicado de entender, pero me parece importante para mejorar el tan mentado diálogo, base de lo social en sus diferentes niveles.