Para entender el núcleo instintivo de la naturaleza humana debemos recurrir a su estado primitivo. La cultura, que es parte de su naturaleza, lo aleja de a poco de los instintos, con los riesgos y ventajas que eso implica.
Por ejemplo, en estado primitivo se lucha por el espacio, por la alimentación, por la supervivencia y por la reproducción en forma casi permanente. El hombre "cazador" no tiene más que breves períodos de descanso. En la sociedad actual, a más desarrollo, más reglas (tácitas o no) regulan la convivencia y las necesidades humanas. En sociedades como la nuestra, llena de contradicciones, el desarrollo de aptitudes personales superiores tiende a quitar agresividad y eso trae consecuencias complicadas. Qué es mejor que una buena convivencia, con tiempo y formas para la amistad, el arte, la meditación, el amor, la espiritualidad? Sin embargo, los aspectos primitivos de la sociedad hacen que esas cosas trascendentes no rindan los frutos esperados en un plano material. Eso genera una sensación de frustración, incredulidad e impotencia. Sin embargo, es una distorsión creer que por hacer las cosas bien, se tendrá un premio en esta tierra. La justicia de la vida, divina o similares es de otro plano. Por eso, la psicopatía,la agresividad y el egoísmo son lo necesario muchas veces para alcanzar dichos logros materiales. La formación cristiana nos enseña a "poner la otra mejilla", a "perdonar", a tener la esperanza de un premio en otro mundo. La culpa ayuda a ese objetivo. Pero, es posible tener que soportar injusticias por un premio en el más allá, cuando tantas necesidades válidas tenemos (personales y familiares sobre todo) aquí y ahora?
Hay grandes premios en las formas evolucionadas humanas que mencionábamos, pero desprendernos de la culpa indebida es esencial para tener en el plano formal la necesaria agresividad, no psicopática, para defendernos y buscar nuestros objetivos. El hombre debe seguir siendo "cazador", aunque le agregue a esta característica aspectos más evolucionados que dan satisfacciones mayores.
En fin, tensiones, dudas, elecciones.
Generosidad sin martirios y sin culpas.
Inteligencia al servicio del bien propio y del bien común.
Instinto y cultura. Materia y esperítu. Mundo y trascendencia.
Sencillo, no?