Realizar balances es complicado y a menudo injusto. Es que tantos son los ángulos desde donde pueden verse las cosas, que cada afirmación difícilmente pueda contenerlos. La compulsión a revisar el último año puede hacerse desde lo social, lo personal, lo familiar y también desde distintos aspectos dentro de ellos, como la salud, la economía, los logros, por citar algunos. Sin embargo, aún con esas limitaciones, pensar en lo sucedido puede ser útil para crecer como personas y como sociedad, y para continuar, con una cierta ilusión de control, nuestro extraño camino por la vida, en los carriles del tiempo.
Por mi parte, creo que fue un gran año.
En lo colectivo, la tierra siguió girando alrededor del sol y permitiendo el increíble milagro de la vida.
En lo social, pese a algunas dolorosas pérdidas, la mayoría de la gente continúa teniendo familiares, amigos, vecinos, con quienes intercambiar afecto, escondido en alguna menudencia cotidiana.
Continuaron escribiéndose magníficos libros así como se prodigaron innumerables producciones en cine, pintura, música.
Se construyeron casas, se cantó en teatros, grandes y chicos, en algunos puntos de encuentro y en numerosas duchas. Se realizaron carreras, juegos, competencias deportivas. Se metieron o disfrutaron goles. Se terminaron estudios, se empezaron otros. Pudimos ver, escuchar, tocar, sentir.
Con sus humanas contradicciones, el amor, siguió brotando por aquí y por allá.
Algunos dirán que fue un año doloroso o frustrante, por innumerables causas. ¿Pero, no es una consecuencia de la naturaleza humana? ¿No sería injusto, ver sólo esa parte de las cosas? ¿por qué negar, tantos momentos vividos, en nuestra pequeña y extraordinaria vida?
Aunque muchas veces lo sentí y lo pensé, rechazo firmemente las evaluaciones sesgadas por la negatividad, la autocomplacencia y la autocompasión.
Recordemos un poco algunos momentos vividos, y miremos un poco alrededor, y difícilmente querramos que esos destellos desaparecieran. Y si algunos sinsabores son el precio por ellos, paguemos en silencio y agradecidos. Seguramente es más barato de lo que podría serlo.
Y si queremos algo bueno, o incluso mejor, el próximo año, procuremos dar un poco más para crear esos momentos.
Por mi parte, agradezco como mejor puedo, todo lo que viví y pongo mi esperanza para lo que vendrá.
Tal vez lo uno no esté tan separado de lo otro. Si no sabemos ver, agradecer, disfrutar y dar, no habrá nada mejor esperándonos. Tal vez, este 31 de diciembre nos permita reencontrarnos con lo bueno que la vida nos ofrece, por eso, agradezco este extraordinario y único 2012 y lo despido con todos los honores que merece.
Juan Manuel Bulacio
lunes, 31 de diciembre de 2012
domingo, 2 de diciembre de 2012
Aprender o dar exámenes?
El sistema educativo tiene fallas tan graves que parece ser de mayor importancia la evaluación que el conocimiento. Esta serio problema está profundamente insertado en nuestra cultura y es causa de distorsiones en el proceso de aprendizaje, desviado de su objetivo natural, y en las emociones que genera. El temor casi generalizado a los exámenes es una prueba de ello. Las modificaciones que deberían hacerse incluyen ámbitos públicos y privados muy diversos. La toma de conciencia y la reflexión sobre este tema, tal vez sea el primer e indispensable paso hacia su modificación.
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