Desde la alegoría de la caverna sabemos que los sentidos engañan. También que un objeto simple o complejo parece cambiar según de dónde se lo mire. Sabemos que el hombre interpreta y da sentido y significado a lo que ve y a lo que vive, según su propia subjetividad. Entonces, a la hora de juzgar a los demás, ¿por qué lo olvidamos tan fácilmente?
Juicio crítico de hechos, sí. Juicios a la intención o interioridad de las personas, no.
¿Es tan difícil?
HACIA UNA COMUNIÓN INVISIBLE DE CATÓLICOS PERPLEJOS
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