viernes, 23 de diciembre de 2011

Nochebuena

El nacimiento más extarordinario de la historia humana fue un 25 de diciembre. En un pesebre, con animales, en el medio del campo . Da pena entonces, que el significado social más evidente de estos días sean las decoraciones, las comidas y los saludos y regalos obligatorios, tan alejados de ello. Y en lo íntimo, la nostalgia suele ahogar la alegría. Recuperar el sentido profundo de la Navidad y expresarlo en lo cotidiano nos permite volver a lo esencial y renovarnos. Y para eso, hay que ser como niños. O aprender de ellos, con sus ilusiones, libertad y frescura. Ojalá la espera de estos días, nos lleve a la Nochebuena de la humildad y la esperanza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Juan:

comparto profundamente...

Un abrazo.

Emanuel.

Verónica Molina dijo...

La humildad nos devuelve la cordura, estoy segura de eso. En cambio, la tremenda cantidad de esfuerzo / energía / recursos puestos al servicio de la "Navidemia" nos pone cada vez más locos de atar, pareciera.

Cada año me cuesta más simplificar la celebración más tradicional de nuestra cultura... ¿podés creer? Es que si no pongo foco en lo importante, termino perdida en un mundo de detalles que no tienen nada que ver con lo que me gustaría sentir -y no perder- por estas épocas que corren. Igual pierdo la batalla muchas de esas veces, te confieso... ¡imaginate lo que sería si las perdiera todas! =(

Cada dos por tres me acuerdo de estas ideas tuyas que ayudan a simplificar nuestros festejos, y ahí es cuando dejo de "acelerar el paso" para comprar tal o cual cosa IMPRESCINDIBLE (?) para las fiestas.

La idea es centrarnos en lo importante que es que un Dios nazca en un pesebre, ¿no? Es decir, reconocer el milagro que acontece en medio de lo más sencillo.

Beso grande. Por un año cargado de sentido, Doc, entrechoco con ustét mi vasito de capuchino de máquina. :)