Sabemos de sobra que el ser humano anhela muchas cosas. Materiales o no. Y aunque inevitablemente debamos aceptar nuestra finitud y muchísimos límites de nuestra naturaleza, la tensión entre los deseos y la realidad nos ocupa y nos frustra con frecuencia. Aunque no todo lo que deseamos es igual. Cuando el objeto de los desvelos es la propia satisfacción, puede ser válido, pero el riesgos de la omnipotencia y ambiciones desmesuradas es alto. En cambio, cuando su busca sin éxito satisfacer necesidades de los demás, particularmente de los seres queridos, la frustración e impotencia son más difíciles de combatir. Dando por entendido que los esfuerzos que correspondan se realicen, el no poder alimentar, curar, educar, proteger, y satisfacer otras necesidades básicas es muy difícil de soportar.
¿Cómo sobrellevar estas crueles situaciones, con entereza y honestidad? No lo sé. Cuando la satisfacción del deber cumplido no alcanza, qué puede hacerse?
Tal vez, el tema pase por un cambio en la manera de ver las cosas. Será esto posible?
domingo, 11 de marzo de 2012
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1 comentario:
Pienso que en la vida, no hay nada mejor para nuestra conciencia que la satisfacción del deber cumplido. Ximena
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