viernes, 13 de abril de 2012

Botellita perdida

De mi padre aprendí que cada cual habla según lo que es. También sabemos que somos dueños de nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras. Por eso, es preferible el silencio a hablar por hablar. Lamentablemente, hoy se escuchan muchas palabras repetidas, vacías de contenido y peor aún, de verdad. ¿Podremos en este remoto lugar del ciberespacio tener algo para decir? Tal vez lo logremos, al menos lo intentaremos. Y si bien, como dice Quique Figueroa, decir algo, escrito o en un medio como la radio u otros, sea como tirar una botella con un mensaje al mar, reconozco que prefiero el diálogo. El ida y vuelta. Aunque son tantos los lugares, algunos muy valiosos, de intercambio potencial, que me cuesta insistir en el propio. De todos modos, a pedido del anónimo (valen siglas al menos)aquí dejo algo, aquí arrojo mi botella al océano. Tal vez alguien me ayude a llenarla.

6 comentarios:

Ximena dijo...

No hay nada mejor que encontrar una
botella perdida con un mensaje en el oceano, aunque las olas caprichosas del destino del mar la envian donde quieren

gladys dijo...

Siempre escribimos sobre nuestra propia experiencia, y lo que trasmitimos al compartirlo es porque resono en nuestro mundo interno. en compartirlo, que alguien lo tome y lo haga propio tiene un cierto sentido de unidad .aunque no haya respuesta explicita.personalmente comparto que prefiero la conversacion cara a acara , Alguien dijo una buena converacion comienza llenando dos copas de vino"... Tambien pienso que puede ser con cafe o mate de por medio.

Quique Figueroa dijo...

Palabras gastadas.
Abundan, atiborran el dial
radiofonico o televisivo.
Huelga la sensatez.
Voy entendiendo el sentido judio de evitar ciertas menciones, precisamente pa no gastar las palabras.
Sabiduria ancestral.

El imprescindible Gregorio Marañon, alude a la necesidad de hablar y de escuchar. En este caso, describe la relacion medico-paciente y uno de los inventos mas desperdiciados de los ultimos 50 años:ita de Marañón: «Decía que el mejor invento para la medicina ha sido la silla. Hay que sentarse y saber escuchar al paciente, porque muchas veces, con las actividades que hacemos a lo largo del día vamos muy deprisa y muchas veces se nos olvida que hay que sentarse, escuchar, saber orientar esa queja que nos dice el paciente para de esa manera tener el diagnóstico correcto y el tratamiento que, seguro, va a ser muy bueno si el paciente se adhiere a él. Porque si no va a ser un fracaso total y absoluto, vaya donde vaya».

Y asi, como quien no quiere la cosa, borde en la misma costura al buen Gregorio (Marañon), al filo-poeta tucumano Leri (Bulacio), a la colectividad judia y al compadre Juan Manuel (a quien no le pagan el jornal), y pese a todo es un humanista que escucha a sus pacientes, y hasta brinda con ellos.
Siempre y cuando encuentre la botellita perdida ..

Juan Manuel Bulacio dijo...

Qué alegría que la botellita llegó a varios lugares! algunos contestaron aquí y otros por allá. Gracias a todos!

Verónica Molina dijo...

Las botellitas perdidas continúan perdidas... hasta que alguien las encuentra. Yo encontré alguna que otra por acá, ¿les dije? Otra historia con final feliz, y van... ;)

Beso grande a todos los escribas de mensajes embotellados que visitan el barrio. XD

Juan Manuel Bulacio dijo...

Y nunca se sabe donde, cuándo y a quién caerán...Pero, que lindo cuando sucede!!