Uso inteligente de la comunicación masiva

En este mundo incomunicado, pese al notable avance tecnológico, no es fácil hacerse oír. Muchos lo intentan, la mayoría con éxito relativo o escaso. Es que se abusa de los mails, artículos y bitácoras. Si bien la intención es positiva, el medio debe evaluarse. Por ejemplo, los artículos largos aportan poco si la intención es la masividad. Aunque son indispensables en medios académicos o para públicos específicos. La cantidad también atenta contra el interés. Otro inconveniente es la repetición temática que resulta completamente inútil si los lectores son los mismos y ya tienen por lo tanto opinión formada respecto de la cuestión planteada. También parece recomendable que la comunicación contenga propuestas o transmita valores aplicables en la propia vida, para que caer en una crítica quejosa e improductiva. Mucho más podría aquí decirse, pero la intención de estas líneas es proponer que el ejercicio del juicio crítico se aplique, siempre, en primer lugar hacia nosotros mismos. Y que si queremos generar valores debemos juntarnos y apoyar iniciativas de otros. No hay lugar para personalismos si el objetivo es el bien común. El avance tecnológico debe estar al servicio de la comunicación y encuentro, aunque eso depende del uso que nosotros le demos.