Para entender el núcleo instintivo de la naturaleza humana debemos recurrir a su estado primitivo. La cultura, que es parte de su naturaleza, lo aleja de a poco de los instintos, con los riesgos y ventajas que eso implica.
Por ejemplo, en estado primitivo se lucha por el espacio, por la alimentación, por la supervivencia y por la reproducción en forma casi permanente. El hombre "cazador" no tiene más que breves períodos de descanso. En la sociedad actual, a más desarrollo, más reglas (tácitas o no) regulan la convivencia y las necesidades humanas. En sociedades como la nuestra, llena de contradicciones, el desarrollo de aptitudes personales superiores tiende a quitar agresividad y eso trae consecuencias complicadas. Qué es mejor que una buena convivencia, con tiempo y formas para la amistad, el arte, la meditación, el amor, la espiritualidad? Sin embargo, los aspectos primitivos de la sociedad hacen que esas cosas trascendentes no rindan los frutos esperados en un plano material. Eso genera una sensación de frustración, incredulidad e impotencia. Sin embargo, es una distorsión creer que por hacer las cosas bien, se tendrá un premio en esta tierra. La justicia de la vida, divina o similares es de otro plano. Por eso, la psicopatía,la agresividad y el egoísmo son lo necesario muchas veces para alcanzar dichos logros materiales. La formación cristiana nos enseña a "poner la otra mejilla", a "perdonar", a tener la esperanza de un premio en otro mundo. La culpa ayuda a ese objetivo. Pero, es posible tener que soportar injusticias por un premio en el más allá, cuando tantas necesidades válidas tenemos (personales y familiares sobre todo) aquí y ahora?
Hay grandes premios en las formas evolucionadas humanas que mencionábamos, pero desprendernos de la culpa indebida es esencial para tener en el plano formal la necesaria agresividad, no psicopática, para defendernos y buscar nuestros objetivos. El hombre debe seguir siendo "cazador", aunque le agregue a esta característica aspectos más evolucionados que dan satisfacciones mayores.
En fin, tensiones, dudas, elecciones.
Generosidad sin martirios y sin culpas.
Inteligencia al servicio del bien propio y del bien común.
Instinto y cultura. Materia y esperítu. Mundo y trascendencia.
Sencillo, no?
martes, 19 de octubre de 2010
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5 comentarios:
A ver Dottore:
¿Es que la minimización de la "función agresividad", implica consecuencias complicadas?
¿Piensa que cuestiones primitivas hacen que lo trascendente "no rinda" y nos frustremos?
Creo estar distorsionado, porque apuesto por un mundo mejor, ahora, y en esta tierra. No quiero esperar a otra(s) vida(s).
Poner la otra mejilla, lo interpreto como dar otra oportunidad a la persona que nos falla. No como algo tan literal, pero evidentemente, el lenguaje pesa. Quizá por eso sea tan complejo interpretar las Escrituras.
Sursum corda!
Quique, estoy de acuerdo globalmente con vos!
El instinto debe conservarse aunque integrado a otros niveles superiores siempre que se pueda.
Las contradicciones que se viven en la vida cotidiana son muchas. Suele creerse que "hacer las cosas bien" tiene una especie de premio por "justicia", cosa que no es cierta. Los premios son interiores. Pero el mundo material nos exige resultados materiales para los que habrá que prepararse integrando diversos aspectos humanos. No recurrir a la "agresividad" y otras formas básicas para esos logros es muy complicado. Pero puede hacerse en forma evolucionada, sin dañar a nadie. Es un gran desafío. Aspirar a lo superior, defendendiendo el terreno en lo material y básico.
Un abrazo. JM
Me leo y me doy cuenta que por la síntesis que utilizo (pese a lo largo del artículo) no llego a expresar con claridad los conceptos. Lo iremos haciendo de a poco.
Beso/abrazo. JM
Yo cursé todos mis estudios, desde jardín hasta la universidad, en instituciones católicas. Más adelante continué mi formación en otros lugares, pero a los 22 años, cuando me recibí, todavía no había contrapuesto mis creencias "algo tradicionales" con la realidad concreta de un trabajo en serio. Así que cuando comencé a trabajar en una consultora internacional (llena de gente muy trabajólica) me chocó muchísimo la agresividad y la ambición que demostraban unos cuantos de los que convivían ahí conmigo cerca de 12 horas diarias (promedio). Lo que más me hacía ruido era que esa ambición estuviese bien vista, porque yo tenía la íntima convicción de que era de lo más vulgar. Me costó muchísimo aprender a convivir con esas actitudes, y más adelante, comprender que la competencia no es mala de por sí. Es más, se suponía que yo tenía que desarrollar la habilidad de saber defender mis objetivos, exponerlos, explicitarlos, cumplirlos. Y "tuve que", no me quedó otra. Claro que fue un aprendizaje difícil, pero necesario.
Madurez es hacerse cargo de uno mismo. Renunciar al "asistencialismo" material y emocional, también. Creo que a veces (no siempre, gente, no me tiren con tomates), a veces en nuestros deseos de trascendencia y de recompensas más allá de este mundo hay un deseo (ingenuo) de negar la realidad prosaica tal cual es, en la que hay que arremangarse y hacer. Un "hacer" en el que afirmamos nuestra existencia como individuos.
Cariños a tutti cuanti.
PD: hay un libro que me encanta sobre este tema. Se llama "La virtud del egoísmo" de Ayn Rand.
Ay, como me gustó este post!, es verdad que sos muy sintético y hay que leer dos veces, pero eso es lo que me gusta de tu blog: cortito y al pie!unas pocas palabritas y la calesita cerebral tiene combustible y trabajo para el día entero.
La frase: "es una distorsión creer que por hacer las cosas bien, se tendrá un premio en esta tierra", me encantó, que buena esta, es re importante para una católico leer y convencerse de esto , porque en realidad uno no lo ve, pero el premio es que haciendo las cosas bien , se debe vivir bien . Muchas veces uno se confunde, se frustra y se indigna ( me pasa ...mas de lo que quiero reconocer) en esa rueda del ida y vuelta.
Gracias ! Un post sublime , me lo imprimo para tenerlo cerca cuando me agarre la menesunda!
Cariños!!!!!
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