domingo, 27 de marzo de 2011
No nos acostumbremos!
Decir una cosa y hacer intencionalmente otra. Mentir descaradamente, sin una mueca. Cambiar el enfoque crítico según la conveniencia. Falsear, trampear, incumplir la ley. Gravísimos comportamientos cuando se generalizan o afectan las instituciones o dirigentes sociales. Y también cuando en la vida diaria de cada persona se repite lo mismo en la escala que corresponda. La sociedad se desintegra y degrada diariamente ante el silencio cómplice de muchos. No hay posturas políticas ni ideológicas que justifiquen lo injustificable. Pero como nos acostumbramos a todo, cada día pasan desapercibidos hechos aberrantes, el hambre, la desnutrición, la gente durmiendo en cualquier esquina, la violencia en las canchas, la inseguridad, la corrupción y así podríamos seguir en una patética lista. ¿Seguiremos así? Demos razones comprometidas a la esperanza, como tanta gente silenciosamente hace cada día en algún lugar de nuestra sociedad. Y, por favor, no nos acostumbremos. O seremos parte de la imparable y dramática decadencia que nos acosa.
miércoles, 23 de marzo de 2011
Y si trabajamos un poco?
Otra "semana corta". Muchos se alegran, otros no, entre los que me incluyo. El valor del trabajo se pierde progresivamente, para mal de todos. Triste realidad social, de muchas palabras y poca acción. Cambiará? Mañana intentaré comenzar a escribir la última parte del próximo libro...
jueves, 17 de marzo de 2011
Humanidad elegida
El ser humano se acostumbra a todo. Biológicamente es indispensable para lograr la adaptación y la supervivencia, pero en un medio cultural, puede ser un problema o un déficit. El acostumbramiento y la pérdida de los contrastes lleva a una escasa valoración de que se tiene, se vive y se es. Dramáticas experiencias, como la de Japón, nos devuelven una apreciación más justa de muchos aspectos de la vida. Pero también generan acostumbramiento, de tal modo que el impacto original disminuye, a veces bajo la forma de un seguimiento del tema entre morboso y juguetón. Por ejemplo, en Libia la gente sigue muriendo, en Japón las consecuencias de la catástrofe son tremendas y el riesgo nuclear es altísimo, en Argentina sigue la desnutrición infantil, etc. Noticias que suben y bajan su carga según si aparece algo "más interesante". Extraños seres somos, tan animales como cualquier otro y tan formadores de cultura a la vez. Pero lo que tal vez más nos distinga sea la capacidad de elegir, al menos en algún grado, cómo queremos vivir. Esta libertad asumida o regalada bajo las formas de la comodidad deriva en la selección de nuestros estímulos y en nuestros compromisos de acción. En esas "simples" cosas jugamos nuestra humanidad. O la asumimos como tal, pese a todas sus contradicciones y miserias o la diluímos en la mediocridad de nuestro cuerpo animal, débil y mortal.
domingo, 13 de marzo de 2011
Optimismo y/o esperanza
La nota anterior y sus comentarios parecen dejar poco margen para el optimismo. Resulta fácil en general adoptar una postura pesimista cuando las evidencias parecen tan claras. Por otro lado, un optimismo vacío parece más un engaño que otra cosa. Cuando la decadencia se generaliza, un círculo vicioso parece abatir a toda la sociedad, que pasa de la indignación a la pasividad, resignación y peor aún, al acostumbramiento. Por eso, los críticos adoptan las posturas de sus antiguos criticados apenas tienen la oportunidad de hacerlo. El círculo maligno los alcanza pese a los justificativos de turno. Tal vez, la idea de la construcción colectiva puede generar algo diferente, comenzando por la educación, a la escala que sea posible. Pero en un nivel social más generalizado no alcanza para lograr el optimismo. Tal vez, la palabra adecuada para repuntar el ánimo y las expectativas, sea la esperanza. Que brota del interior e ilumina las noches más oscuras. La esperanza y sus razones pueden transformarse en compromiso de acción y en planes realistas que permitan el optimismo. Generar círculos virtuosos interiores y sociales que reemplacen el atractivo mórbido del pesimismo solo puede hacerse desde la fuerza y convicción interior que surgen del silencio, la reflexión y la esperanza.
domingo, 6 de marzo de 2011
Acoso y decadencia
En La Nación de hoy, hay una nota sobre el acoso sexual. Sin llegar a definrlo como tal, impresiona ver en la calle y en casi cualquier lugar público las miradas deseosas y denigrantes con que se suele mirar a las mujeres. Dudo que existan muchos lugares civilizados, tal incivilizados al respecto. Y parece algo casi universal. ¿Somos efectivamente,monos apenas disimulados? ¿Qué impulsa semejante actitud primitiva? ¿Es la cultura machista la que se impone casi como una obligación? En mi opinión es sólo una parte del empobrecimiento general y la decadencia de nuestra sociedad, cada vez más vacía de intereses trascendentes y más llena de vacíos impuestos. ¿Deberemos resignarnos a ello? Espero que no, sólo sería un paso más en la mimetización de la pasividad que se nos propone tácitamente a cada paso. Y creo que el ser humano da para muchísimo más, ¿o no?
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