viernes, 27 de marzo de 2009

Vida limpia o ingenuidad?

A raiz de algunas observaciones y comentarios muy bien intencionados (críticas constructivas) acerca del blog y de la propuesta planteada en un grupo del Facebook me parece oportuno hacer algunas aclaraciones. Tener una mirada esperanzada sobre el futuro personal y de nuestra sociedad no implica, en modo alguno, negar las graves dificultades existentes ni tampoco ignorar las comprensibles oscilaciones anímicas que el contexto genera. Sabemos que nuestra conexión con el entorno implica un intercambio real con personas, objetos y sucesos, pero también sabemos que el modo en que todo ello es interpretado depende de numerosos factores personales (creencias, estados de anímo, etc.). Por eso es importante tener presente ambos factores. O sea, intentar entender el mundo real del modo más objetivo posible y a la vez estar atento a las posibles interpretaciones y distorsiones que hacemos a partir de nuestra subjetividad. Numerosas creencias personales condicionan nuestra manera de entender y abordar el contexto que nos rodea. Desde este punto de vista intentar ejercer la autoinfluencia para generarnos creencias más positivas y comprometernos con ellas en la mirada y en la construcción del mundo no es ingenuidad sino una decisión de vida. Una decisión que apunta a vivir mejor y a construir en lo posible un mundo mejor. El realismo y el optimismo pueden congeniarse en una síntesis superadora. A eso apunta la idea de "Vida limpia". Y ese es mi aporte y mi compromiso. No olvidemos que siempre hay razones para la esperanza, como decía el inolvidable Juan Pablo II. Esas razones hay que buscarlas, decirlas y vivirlas.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Pesimista, niet ! Naïf...niet !
Realidad, con esperanza siento que es lo sano, pa´uno y pa´l resto !!!
Ana María Paz

Anónimo dijo...

comparto plenamente!!!!!

Anónimo dijo...

Dr. Bulacio: No solo comparto su pensamiento, sino que me atreveria ahondar aun mas sobre el mismo, desde otro enfoque, claro está.
La tarde del 11 de mayo de 1960 la policía secreta israelí capturó en Buenos Aires a Adolf Eichmann, un alto funcionario nazi que había sido uno de los encargados durante la Segunda Guerra mundial de exterminar al pueblo judío de la faz de la tierra.
Sin resistirse, Eichamnn aceptó que lo trasladaran a Israel para ser juzgado. Hannah Arendt, una de las pensadoras más importantes del siglo pasado, estaba en Estados Unidos cuando la noticia recorrió el planeta. Se encontraba allí porque, como alemana y judía, debió escapar de su tierra.
El New Yorker aceptó el ofrecimiento de Arendt para ir a Jerusalén a cubrir el proceso como periodista.
El juicio comenzó el 11 de abril de 1961 y culminó definitivamente el 29 de mayo del año siguiente con la sentencia de muerte para el ex teniente coronel del régimen de Hitler.
Dos días después lo ahorcaron, incineraron y arrojaron sus cenizas al mar. Las crónicas de Arendt terminaron en un libro 'Eichamann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal'. Se armó un revuelo enorme con el texto. Dentro y fuera del pueblo judío se crispaban ante lo que esta mujer interpretaba del juicio y del régimen nazi en general. Muchos se ofendieron, otros quedaron sorprendidos, nadie quedó indiferente.
La tesis de Arendt es sencilla: Eichamnn no era un malvado ni un psicópata. La gran tragedia de los regímenes totalitarios es exactamente ésta: no se necesita ser un mal hombre para hacer el mal sino que basta con estar inmerso en una ideología (la nazi en este caso) y perder la capacidad de juicio, de distinción entre una cosa y otra. Si se logra que las personas vivan en esta atmósfera, como lo logró el nacionalsocialismo alemán a la perfección, los hombres pueden matar cual si estuvieran fabricando tornillos.
En otras palabras, el mal se vuelve banal, invisible, rutinario.
No era que Arendt estuviera en contra de la sentencia de muerte, de hecho no lo estaba, sino que exigía que se reconociera lo que para ella era lo más grave de todo: Eichmann no era un ogro y ése era precisamente el drama del siglo XX; la gente hace daño sin tener real conciencia de ello.
'Todos los seres humanos tienen la potencialidad de ser increíblemente virtuosos, individuos generosos y respetuosos con los demás, pero también de convertirse en bestias horribles. Una de las cosas más dramáticas es que podemos encontrar personas capaces de las más abominables torturas y de extasiarse al mismo tiempo con la música y las artes más refinadas'.
Esta frase es de Antonio Damasio, laureado neurocientífico actual y uno de los precursores de lo que se llama la inteligencia emocional. Tiene mucho que ver con lo que Arendt intuía hace unos años. Refiere al mismo problema, a la misma perplejidad, a la advertencia de estar atentos sobre nuestras capacidades y la facilidad con que podemos convertirnos en un monstruo aunque creamos ser una buena persona.
Deberíamos reparar en la dimensión de estas ideas, en el peligro de quedar inmersos en un sistema que nos idiotiza y nos hace perder nuestra capacidad de reflexionar sobre lo que hacemos.
No tiene por qué ser algo tan complejo como el nazismo o el estalinismo, nos puede pasar mañana o nos puede estar pasando ahora si no ejercitamos nuestro poder de evaluar los motivos de nuestras acciones y proyectos, que como bien dice Ud. Dr. Bulacio, deberían ser favorecidas a traves de autoinfluencias positivas y un fuerte compromiso hacia un mundo mejor.
Atte.
Pablo Garcia Lago

Gabriel Zanotti dijo...

Felicitaciones por su reflexión Pablo................

Quique Figueroa dijo...

Ciertamente ilustrador el comentario de Pablo, trayendo a colación a Eichmann y Arendt.
Vale la pena, ver cómo se llevó a cabo la "operación Garibaldi", que es la captura que refiere García Lago. Y si, Eichmann vivía en Argentina, y trabajaba en la planta de González Catán de la Mercedes Benz.
Pero, la reflexión viene con la naturaleza del hombre: somos lobos, o somos camaleones. Creo más en esto último, y el contexto es decisivo. Por eso, mas que nunca, debemos tener claridad para reflexionar, y no actuar por meros estímulos, sino con la libertad que nos da el pensamiento, y no el reflejo condicionado de los perros de Pavlov.

Anónimo dijo...

Lo preocupante, no es la perversidad,sino la indiferencia de los virtuosos, que se dejan llevar hasta caer en ella.

Ana María Paz

Unknown dijo...

Hace poco leí una oración de Chardin cuya idea era que la depresión, era una distorción de la verdad.-
Es que la realidad es más profunda de aquello que percibimos subjetivamente.-
Finalmente lo que se nos está proponiendo es confiar en la Divina Providencia, saber que estamos en las manos de Dios. Pero que al mismo tiempo ser capaces de construir en el presente, no dejarnos vencer con las aparente pérdidas.-
Cercanos a cuaresma siempre me impactó una frase: "¿dónde está oh cruz tu victoria?".-

Lic. Scolaro dijo...

Amigo de amigos: Comparto algunos de tus conceptos

x dijo...

Genial!

Anónimo dijo...

no se quie sos Pablo Garcia Lago, pero BRILANTE LO SUYO!!!!
Un placer leerlo.
Teresita Tuozzo de Villar

Anónimo dijo...

Me quede pensando en la potencialidad de las virtudes y de ahora en mas voy a rezar para que Dios nos de las fuerzas para verlas y ponerlas en practica, porque tanta teoria no sirve sino se ponen en practica.
Teresita T. de V otra vez