jueves, 10 de septiembre de 2009

Rutina y contrastes

Valorar lo que tenemos, bueno y malo, requiere del contraste. Nuestra casa será grande o chica según a qué nos hayamos acostumbrados. Una calificación de 8 será festejada o no según, entre otras cosas, de nuestras notas habituales. Un profesor destacado, será al cabo de un tiempo, una rutina más para muchos de sus alumnos. Un teléfono celular, como cualquier juguete, es candidato a aburrirnos, pocos meses después. Y así, hasta el infinito. Si ingrato es el olvido, también lo es la desensibilización a ciertos estímulos positivos. Es necesario dejar la ver la novedad en algo, para poder apreciar cosas nuevas pero si eso nos lleva a perder de vista lo valioso de lo conocido nos perderemos la posibilidad de un sano y sereno disfrutar. La rutina es indispensable, pero cansa. El desafío es descubrir en las cosas añejas su valor y novedad y a la vez, dar lugar a los cambios y descubrimientos. Sólo escapa a la desensibilización lo considerado propio, empezando por uno mismo y por los afectos más nucleares. Nadie sano se cansa de un hijo, aunque sí puede hacerlo de su pareja si no se renueva permanentemente.
La rutina y los contrastes son indispensables. Aprender a administrarlos es fundamental para ahorrar energía, realizar nuevos aprendizajes y disfrutar lo que se tiene. JMB

1 comentario:

Verónica Molina dijo...

Tu post me hizo acordar muchísimo a la película "Hechizo del tiempo", o "El día de la marmota", que es la traducción literal del título original.
Lo asocié con lo que vos vos escribiste: hay que revalorizar lo que por rutina naturalmente puede perder el encanto de la sorpresa, de lo original. Algo que tal vez no le supimos ver de entrada a ciertas cosas, también.
Y tener la inteligencia necesaria para descubrir ese límite sutil entre "tengo que reconvertir mi mirada" y "tengo que reconvertir la situación", es otro elemento dificíl de este tipo evaluaciones. Tal vez eso sea lo más difícil, saber cuándo el contraste es la consecuencia de la propia retina que se cansa de ver siempre lo mismo, y cuándo uno o la realidad han cambiado y necesitamos reajustar algo más que la mirada. Saber hacer esa distinción finita es para gente que mueve la sesera. Nokualkiera...