domingo, 5 de octubre de 2008

Diálogo con los jóvenes

Los habituales comentarios acerca de la relación entre padres e hijos parecen abundar en simplificaciones y lugares comunes. Más interesante parece encontrar alguna clave para intentar mejorarla. Es indudable que la brecha generacional crece debido al avance tecnológico, particularmente en el campo de la comunicación. Los adultos suelen criticar y resistirse a estos cambios. Por otro lado existe una sociedad más abierta que facilita el acercamiento entre las distintas generaciones. Los adultos también suelen quejarse de esa apertura confundiéndola con falta de respeto. Lo cierto es que para que una relación sea fructífera debe haber empatía y esta se logra sobre la base de intereses en común y de experiencias compartidas. Es llamativo que los padres tiendan a criticar a sus hijos sin intentar acercarse en los terrenos que ellos dominan. Sus sentencias pueden así ser ignoradas por los jóvenes que a su vez descalifican a los adultos por no ser capaces de entenderlos. En la relación con los hijos, la principal responsabilidad es de los padres. El enojo de poco sirve. Hay que esforzarse en encontrar los caminos para acercarse a ellos. Se insiste en la importancia del diálogo, aunque en general es poco lo que se dice acerca de cómo lograrlo. El diálogo es intercambio, para eso hay que saber escuchar, interesarse en los puntos de vista del otro y dar los propios en un clima empático adecuado. Este debe crearse pacientemente. El diálogo no surge mágicamente en el momento en que a uno se le ocurre. Eso sería empezar con una imposición. Hay que crear las condiciones para lograrlo, en general visitando el territorio que al otro le interesa en el momento en que está dispuesto a ello. Es trabajoso, pero posible y muy fructífero. Mejorar el diálogo con los hijos es crear hábitos de intercambio. Para ello los adultos debemos conocer y no descalificar el mundo de los jóvenes y buscar acercarnos a él sin dejar de ser adultos.

Enfocar la relación con los adolescentes implica paciencia, compromiso, firmeza y, sobre todo, ejemplo. En definitiva, implica comportarnos realmente como adultos.


1 comentario:

Gabriel Zanotti dijo...

Además el diálogo implica autoridad moral para dialogar, cosa que algunas generaciones han perdido...................