viernes, 20 de noviembre de 2009

De qué me disfrazaría?

Para superar un poco el pudor que me da la otra nota que acabo de escribir va una nueva.
En estos días, se me hizo una pregunta aparente trivial: ¿de qué me disfrazaría para una fiesta? Siguiendo mis desvaríos habituales, pensé en muchas respuestas, pero no, pude dar ninguna. Podía decir que depende de muchas variables, aún así no pude contestar. Ocurre que si tuviera que elegir por lo divertido, necesitaría una consigna más específica ya que en sí mismo no encuentro un disfraz que pudiera causar gracia a otros más por el ridículo, que confieso que no gusta. Si se tratara de algo con más sentido, tal como, qué me gustaría ser, encuentro muchas respuestas, pero no me quedo con ninguna. A todas les encuentro alguna dificultad. Qué raro, no?
Es como si pese a todo, uno quisiera seguir siendo quien es, y al soñar ser alguien diferente por lo atractivo de la propuesta, al rato encuentra restricciones que no lo satisfacen. No tendríamos entonces que tratar de aprovechar mejor quiénes somos?
Forzado a decidir, sería una especie de guerrero, conquistador o algo así, metido en una gesta épica, pero sin armas y contra nadie, entonces? Debería ser en un mundo de ficción, algo así como Aragorn en el Señor de los Anillos. Pero ese mundo no existe. Por eso no encuentro la solución, disculpen mi obsesividad.
Sabina en una canción no para de decir todo lo que sería ("la del Pirata cojo"). A mí, que hasta ahora me creía razonablemente creativo, no se me ocurre nada convincente.
Desde una actitud más simple, muchas cosas podrìa ser. Hagamos entonces el ejercicio conjunto, si se animan. De qué se disfrazarían, siguiendo el criterio que les guste, y por qué.
Yo voy a seguir pensando, al estilo de las dudas acerca del "día ideal" de "Soledades en Venta". JMB

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me disfrazría de Evita, siendo yo en mi interior, entonces la mayor parte de los Argentinos me siguierían unos por que me han querido y los otros por susto.
Entonces los convocaría, con todos, haría de mi amada patria un país vivible, ordenado, seguro, que progrese de verdad.

Muy loco ???

Ana María Paz

Anónimo dijo...

Bueno, acabo de tomar un vaso del vino que sobró de la reunión familiar del día de hoy, y quizás sea esa la razón por la que me animo a escribir. No voy a contar de qué me disfrazaría, sino de qué me disfracé hace ya diez años. Me disfracé de viejita, viejita con arrugas y muy experimentada, contando mis anécdotas de juventud... y me llevé varias sorpresas.
Porque yo me disfracé de una viejita creyendo que mis amigos y desconocidos (tenía yo 19 años) me respetarían, con un respeto parecido al increible respeto que generan mis abuelos, que ya rondan los 80.
Bueno, generé muchas risas, alguna exclusividad de una cámara de filmación, y la sorpresa fue que algunos me "bardearon" diciendo "andá vos, con el pami" Yo nunca me lo hubiera imaginado, pero es increíble el lugar que a veces damos a los viejos. Y espero con todo el corazón que cuando sea viejita en serio la sociedad me sea benigna y me tratén como yo traté a mis abuelos y, como dice Serrat, que recordemos que "todos llevamos un viejo encima"
Carolina

Anónimo dijo...

Me parece muy interesante la propuesta. No sólo desde el punto de vista lúdico (jugar a ser otra persona), sino también desde la esfera de nuestra propia intimidad.
Qué buscamos la disfrazarnos?; Llamar la atención?; Emular a quienes admiramos?; neutralizar nuestras inhibiciones?
Siempre vinculamos al disfraz con "lo escenográfico". La búsqueda de un determinado "rol" para obtener la comicidad, la aceptación o -a veces-, el rechazo de terceros.
Siempre utilizamos el disfraz como herramienta de interacción con los demás. La mayoría de las veces sin "producirnos exteriormente"
Con el tiempo los disfraces van mutando conforme nuestras propias experiencias, desarrollos personales, rechazos y aceptaciones.
Sería importante no perder el deseo de disfrazarnos (dentro de límites razonales, se entiende).
Posiblemente nos ayude a endulzar los trances amargos que la vida nos presenta.
Terrible será el día cuando "..No nos queden más disfraces para actuar..."
Mi humilde sugerencia es continuar disfrazándonos hasta el momento en que la muerte nos coloque el último antifaz con el que, posiblemente, seremos recordados.
En cuanto a la fiesta del Dr. Bulacio, hoy mismo iré a comprar un disfraz de sacerdote con la "careta" de algún politico corrupto. A fin de que cuando sea preguntado por los asistente, pueda decir sin tapujos: "..Estoy disfrazado de reverendo H de P" (Chiste muy viejo y poco elegante). Me disculpo por ello.

Saludos

Juan Penosso.

Juan Manuel Bulacio dijo...

Buenísimo, Juan! Muy divertido lo suyo! Ana María, ocurrente como siempre, nada loco!
Carolina, tomá un vinito más seguido así te seguís animando a escribir! JM

Verito dijo...

Yo alguna vez me disfracé de chica hippie (esa época - que no viví- me resulta tan extraña y difícil de imaginar, tanto idealismo dando vueltas, Woodstock... Raro, no sé)

Un disfraz difícil pero genial si puede lograrse bien es... de Coco Chanel!!!! Siempre soñé con disfrazarme de Coco: trajecito, interminables collares de perlas... los hombres, olvídenlo, no lo entenderían, pero las mujeres que leen esto saben de lo que hablo. Esa mujer es fascinante.