En la rutina conviven su valor y necesidad con sus efectos no buscados y no tan agradables. Imagínense un día donde todo lo que tuviéramos que hacer, desde lo más sencillo, como vestirnos, comer o lavarnos los dientes hasta cosas algo más complicadas como salir a trabajar, a interactuar con otros, ir a lugares desconocidos, fuera hecho como la primera vez. El desgaste sería tremendo.
Necesitamos las rutinas para organizar nuestras vidas, nuestros horarios, nuestros vínculos. necesitamos ahorrar energía para poder aprender cosas nuevas o movernos hacias nuestros objetivos. El problema es que la rutina nos protege, pero también nos cansa. Soñamos con nuevos horizones, nuevas actividades, nuevos vínculos y en ese camino perdemos de vista las cosas buenas que tenemos pero a las que estamos acostumbrados.
La falta de rutinas nos mataría, su exceso también. Entre esos dos bordes, un ancho mundo de desafíos se abre ante nosotros cada día. Aceptar lo que tenemos y disfrutarlo nos da paz y sabiduría, buscar lo nuevo nos pone también frente a la necesidad humana de conocimientos y experiencias que eleven nuestra condición, aún sabiendo que nuestras necesidades y deseos, siempre estarán de algún modo insatisfechos. Entre estas tensiones, nos movemos cada día. Hay atajos y métodos que pueden ayudarnos, pero más allá de eso, la vida siempre será un arte lleno de misterios y desafíos. Y su construcción es una empresa personal y colectiva. Y con sus más y sus menos, creo que largamente vale la pena vivirla con serenidad y también con intensidad. JMB
martes, 17 de noviembre de 2009
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3 comentarios:
Al cumplir con la rutina, paradójicamente, comenzamos a ser libres.
Está en uno saber manejarla para que nos ahogue. No nos dejaría pensar,ni proyectar.
No tenerla, nos convertiría, como en hojas a merced del viento.
Buscando el equilibrio y aceptando como dice JM, se vive mejor, espiritualmente tranquilos, y esa paz, hace que podamos disfrutar la vida, que con sus altibajos,nos ofrece mil caminos, dignos de ser vividos.
Todo está en nuesto interior, para acomodar el afuera.
Ana María Paz
Vivirla intensamente y con la responsabilidad necesaria para que la secuencia "hechos-consecuencias" siempre de en el "haber"
Cariños
Hay una serie de rutinas, que ayudan al reencuentro consigo mismo.
Poner la pava de agua por la mañana, llegar a tiempo a la parada del bondy, sintonizar una músiquita de esa que nos levanta el alma (pienso y escucho Poinciana por Ahmada Jamal).
Recuerdo también ciertas costumbres orientales, donde no hacen tanto hincapié en las máquinas, sino en el trabajo reiterativo como para valorar la acción. Algo así como evitar automatizaciones innecesarias.
Y corroboro la felicidad que me da escribir en un pelpa con una linda lapicera. Ayer hice la prueba de escribir un par de cartas, y veo que no tiene nada que ver con hacerlo desde la compu.
La vida, las relaciones humanas, y el equilibrio. Todo es un arte.
Seamos aprendices.
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