miércoles, 2 de junio de 2010

Aprender a empatizar

Inspirado en el gran posteo de hoy de Veronica, de donde estoy llegando, quiero reflexionar acerca de la gran posibilidad de hacer empatía con nuestros semejantes. Por un lado, esta la tendencia a juzgarlos, y no siempre con la misma vara con que lo hacemos con nuestro interior y nuestros comportamientos. Por el otro está el desafío de perdonar, entender, aceptar. A los demás y a nosotros mismos. Es sólo desde la comprensión que podemos superarnos y ayudar a la superación de quienes nos rodean. Además y siendo más básico aún, ¿no es más agradable, empatizar que chocar, entender que juzgar, amar que odiar?
¿Por qué entonces, a veces, nos costará tanto?

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Tal vez nos cueste porque por formación nos parece aburrido. La crítica chusma se ve en todos lados, al igual que el mal gusto, empezando por la televisión. Internet va en ese camino. Con esos modelos, qué puede hacerse?
Hay que cambiarlos como decían en la nota anterior. Saludos.
Marcos P.

Quique Figueroa dijo...

Viene llegando Juano. Efectivamente, "Todos somos socios de algún club", el posteo VeroMoliniano cotidiano (justo y necesario), nos interpela, nos toca en la médula ósea.
Bien dice Vd, nos cuesta empatizar.
Ma per-que?
Probablemente por la definición mesma de empatía, que es la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.
Pocas veces queremos salir de nuestro ser, para ponernos en el lugar del otro, comprenderlo, y así ver si logramos aceptarlo (o no).
Probablemente sea mas sencillo emitir un juicio de valor, desde la lógica binaria, dictaminando aceptación/rechazo. Algo enraizado en nuestro derecho romano, y enraizado hasta el tuétano en nuestro modus vivendi occidental.

Llevolo a un tema candente, de los que están sobre el tapete:
La unión civil de los homosexuales.

Infinidad de voces se alzan, dictaminando sobre las mas diversas cuestiones: matrimonio si, no; adopción si, no; aprobarán el juicio final si, no; tendrán lugar asegurado en el infierno si, no, etc. .. (hasta el hartazgo).

¿Es posible opinar tan alegremente, tomar realidades como estas desde una sobremesa, así al pasar?

Probemos no juzgar, sino amar.

"Alguien" siglos atrás, fue revolucionario: no vino a juzgar, sino a promover el amor.

Quiso erradicar el odio, pero nosotros mesmos, nos ocupamos de cultivarlo.

Desde lugares pequeños y actos insignificantes (en apariencia), podemos ir transformándonos y mejorando (en algo) el ambiente.

Ma come?
Simple, intentando comprender al otro, escucharlo, y no juzgarlo.
Se puede.

Hay mucha gente, que labura en tal sentido, más .. no son mediáticos. Pongamos la lupa, identifiquémoslos, aprendamos de ellos y contagiemos al resto.
Animemonos a salir de nosotros mismos, y pongamonos dentro de los zapatos del otro.
Empaticemos.

Anónimo dijo...

Porqué hay veces que no hay empatía en una pareja?

Olegario dijo...

Uuy, ¡que situación!
Si no hay empatía en la pareja,
algo en el casalito ha de pasar.

Lindo es cuando los dos se encuentran
a mitad de camino,
porque ambos fueron buscando,
calzarse en los tamangos del otro.

Y así como quien no quiere la cosa,
la sorpresa del encuentro, los toma desprevenidos (y en patas),
pero aún interesados,
el uno por el otro.

Tantas otras veces, es siempre el mesmo,
quien sale al encuentro,
en ese duro ejercicio,
que es meterse en los otros pies, o la otra cabeza de la pareja.

Pero, cuando no hay encuentro,
es porque ninguno sale de si mismo.
¿Será un ombliguismo de a dos?

Calma, son cosas que pasan, momentos que se transitan,
como decía una película por allí:
lo importante es darse cuenta ..

Hay que emprender el camino,
el comienzo cuesta, y el resto se va haciendo de a dos, ayudandose mutuamente, y dejandose ayudar.

Obrando así,
seguro a buen puerto van a llegar.

Y si no logran, o no quieren encontrarse, ambos solitos se darán cuenta de lo mejor que les pueda pasar.

Pero ese, es otro cantar ..

Verónica Molina dijo...

Quique, vos sabés que el ejemplo del matrimonio gay lo iba a usar yo en ese post que dio origen a todos estos comentarios, justamente, pero no lo hice finalmente porque no quería que la discusión derivara al contenido del tema del "matrimonio gay" en sí, generando opiniones a favor y en contra y perdiéndose el sentido original del post.

En casa, hace poco, estábamos reunidos unos cuantos matrimonios y salió el tema del matrimonio gay: en esa oportunidad hablamos -entre todos- con mucha ligereza de este tema, en el que hay mucho de prejuicio también. Más allá de si los gays deben casarse o no -insisto en que no quiero entrar en esa discusión: decubrir la verdad revelada detrás cada opinión que tengamos no es el objeto del post de Juan Manuel, tampoco- la cosa es que, entre todos los matrimonios ahí reunidos, teníamos más de diez hijos, todos chicos.

"Uno de cada diez hombres es homosexual. Uno de nuestros hijos varones será gay, por ponerlo así. Estarímos dispuestos a tratar el tema de esta forma tan simple si esta situación le tocara a alguno de nuestros hijos?" fue la pregunta que tiramos ahí, en medio de la mesa.

Y se hizo un silencio incómodo, porque, sabés una cosa? No habíamos tocado el tema con "EMPATÍA", como dice Juan Manuel. De hecho, parecíamos más Chusmas de Barrio que gente profesional, con inquietudes y familia sentados a una mesa para charlar un tema que trae tanta cola.

Con mi marido nos quedamos pensando un rato en cuántos temas tratamos así, creyendo que sabemos algo de ellos, pensando en el fondo que, total, "nunca nos van a tocar"... hasta que nos tocan.

Yo hoy soy mucho más permeable al tratamiento de la Ley de Infertilidad que hace tres años atrás, por ejemplo: pero mirá qué sensible me hizo la vida, no? ;-)

No me quejo: con humildad te digo, soy mejor persona desde que, por algunas cositas que me han pasado, me volví más comprensiva con los que sufren algún desamparo legal, el apoyo de la sociedad o la comprensión de los amigos... en fin, ese tipo de cosas.

Y ahora trato de tener bien aprendida la lección, para no tener que recursarla eternamente, viste?

Anónimo dijo...

Entonces, por qué nos cuesta tanto?
Por qué no aprendemos de nuestras experiencias positivas?
Y en una pareja...deben haber miles de razones...
Es sólo voluntad?
Marcos P.

Olegario dijo...

Si Marcos, el amor (al igual que la fama) cuesta(n).
Porque es el sentimiento hacia otra persona que nos atrae y que nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
A veces, se nos escapa algún ingrediente, tal como sucede hoy con el azúcar.
Allí la voluntad juega un rol importante, pero hay otros poco descriptibles, mágicos que favorecen la atracción.

Quique Figueroa dijo...

VeroMolinianamente me estuvo rondando la sabiola el tema del matrimonio gay. Y no tenía una postura como para decir blanco o negro.
Creo, la cosa se trata de saber que uno no puede tener opinión formada e internalizada respecto de todas las cuestiones. Quizá si esto se hubiese planteado 15 años antes, probablemente hubiese respondido ipso pucho, con una mirada veloz. No condenatoria, pero firme. Y hoy lo veo de otro modo.Independientemente de mis inclinaciones sexuales.

Andaba mascullando esto, y entró un E-milio a mi gatera, que es un bolonki de mensajes/el triángulo de las Bermudas de mis mensajes. El recién llegado hablaba de esto, precisa y sincrodestínicamente, e invitaba a rechazar este vínculo (el de los homosex).
Allí se me hizo algo de luz, escasa, pero luz al fin: axones y dendritas conectaron (ya era hora): muchas veces, no nos une el amor, sino el espanto.
Al leer el texto, vi algo "correcto", pero que en el fondo decía (no de modo literal): "vuestra unión no es la correcta, por eso os reprobamos (pseudocristianamente). Seguid nuestra conducta, ejemplar e incólume. De otro modo, brujas y sapos lloverán sobre vosotros. Amén ".
Me dió un poquitín (mas) de bronca, porque me la remitía un cura, con quien laburo en comunicación.
Me sonó, pese a lo medido del texto, a fariseísmo s. XXI.
Tengo la percepción, que este rechazo no es la mejor señal que podamos dar, independientemente que estemos de acuerdo o no.
Me recuerdó la época del proyecto de ley de divorcio vincular. En aquel entonces, adhería firmemente (y no estaba casado).
Y el divorcio no fue el fin de los tiempos, sino que vino a traer remedio jurídico a realidades que se dan.
Algo similar intuyo con esto.

No comprendo, ni comparto las posturas extremas, pero tenemos que laburar la empatía, aunque cueste, hasta ponernos en los zapatos de un par de homosexuales.

Es un ejercicio complejo, máxime para un creyente, alguien que adhiere, e inerpela. Pero no quiero formar parte de debates, que pretenden intelectualizar cuestiones que requieren de una dosis mayor de aceptación y tolerancia.

No es sencillo, y es absolutamente opinable mi postura, pero los debates, no deben dejarnos en veredas enfrentadas: tengo un mate, cebo para un lado y para el otro, invito a los de enfrente. A su vez, ellos traen tortas fritas, y el pseudo enfrentamiento termina en un festejo callejero. Y cada cual con sus opiniones intactas.
Algo así como lo que sucede en las "grandes empresas" o en las casas de altos estudio, vulgo universidades, he sido testigo de posiciones irreconciliables académicamente hablando, resueltas en un simple quincho, con totin y locro de por medio (como el de Milenius).

No soy claro, porque el tema no es de lógicas binarias. Pero unos chicos, me ayudaron a darle corpus a mis pseudo destellos de sinapsis (hiperespaciadas últimamente).
Os dejo con ellos: The Monty Python, con una/varias reflexión/es imperdible/s.
Detrás de su fino/british humor , hay un fino laburo y una postura filosófica, que si arroja luz por doquier.

MAS - memento ascendere semper.

Anónimo dijo...

Me ha dado trabajo no chocar, ni piñas que me di!
Muchas veces, me pregunté el por qué. Llegué a la conclusión que en mi caso personal, era por un hábito de familia y hurgando bien atrás, me di cuenta (no sé si voy a lograr explicarlo tan bien, que se entienda), que ese condimento venía con la forma cultural del país. Como dije en otra oportunidad, convivimos con abuelos y bisabuelos, esta última generación nacida en 1886, arrastraba algo de esa manera, tal vez ruda, con que se manejaba el país. Pensé, para llegar a esta conclusión que, 1886, eran sólo 36 años de la muerte del General san Martín, asocié ahí, la educación recibida de los mayores, gente preparada pero ruda en su trato. Las personas de esa generación, siempre juzgaban y hasta condenaban conductas, venían de grandes desencuentros del país, con guerras incluidas o el recuerdo cercano de ellas, por ejemplo la del Paraguay en 1864/70. No sé si mi elucubración fue certera, pero sí sé, que a partir de ahí, pude disculpar conductas de los que me precedieron y hacer mi camino del no confronte y aceptación del otro.
Para llegar a Roma a muchos caminos !
AMP

Anónimo dijo...

Creo que el otro es mi espejo, me muestra cosas mias que me gustan (pasand esapersibidas) y cosas que no me gustan nada y ahi juzgamos al otro, cuando en realidad nos juzgamos a nosotros mismos.
Mirense dentro cuando juzgan a alguien y veran que primero somos muy duros con nosotros mismos, no nos perdonamos tener flaquezas, no respetamos nuestros propios limites, y asi podria seguir, imaginense lo que hacemos con el otro.
Es verdad que ciertos temas no deben tratarse con ligereza, y el hecho de juzgar y criticar a otro, en mi humilde opinion, pasa por como nos tratamos primero a nosotros mismos.
Besos
Tere

Juan Manuel Bulacio dijo...

Qué difícil parece todo, no?
Empatizar no lo es tanto, sin embargo.
A la hora de pensar en leyes el tema pasa por pensar el biuen común y respetar también las minorías. No voy a opinar aquí en este aspecto legal. Sí, creo que las posturas terminantes y universales son intolerantes y soberbias y definitivamente no me gustan, vengan de quien vengan. Aunque intente entender sus razones...o tolerarlas en el plano individual (con esa persona, no con los conceptos que emite).
En definitiva, empatizar es aceptar, ser humildes, tratar de comprender. Un camino para ser mejores.

Verónica Molina dijo...

Tere: me parece que sí, que tenés mucha razón en lo que decís, juzgamos a los demás con mucha dureza, exactamente como hacemos con nosotros mismos, también. Me vino muy bien tu comentario: para reflexionar, sinceramente.

Y me quedo también con lo que dice Quique: no podemos tener opinión formada sobre todo, hay algunos temas que son tan complejos que no se puede decidir "Boca o River", sin más ni más. Yo también, Quique, hace diez años hubiese contestado al toque sobre determinados temas, y hoy no estoy tan segura...

Juan Manuel, qué bueno que sacaste a la palestra el tema de la empatía: mirá todo el revoleo de conclusiones que hay por acá!!! Buenísimo, muy positivo, hay mucha tela para cortar, todavía...

Anónimo dijo...

Nuestras opiniones son tan validas como la de los demas, el punto es ver las formas en como trasmitimos lo que pensamos, si todos pudieramos opinar tomando distancia de en que nos toca el tema, todos podriamos dar nuestra opinion sin ofender o lastimar a nadie, cuando esto sucede es que quiero imponer mi pensamiento, y ahi esta donde debemos mirarnos y ver con que nos conecta de nuestra historia el tema que nos compete.
Son las formas no los contenidos.
Hoy justo charlamos del tema del Matrimionio gay con mi segundo hijo y pude tomar distancia de mi opinion personal para explicarle porque la Iglesia no esta de acuerdo, y entable un lindo dialogo ya que no le puse mi historia ni le impuse nada personal
A esto me refiero.
Cuesta lograr la empatia porque le ponemos mucho de nosotros, de nuestra dureza, no somos objetivos porque le agregamos el condimento de con que nos conecta tal o cual tema.
Es muy dificil, pero no imposible, por eso creo que hay que escuchar al otro alejandonos de nosotros mismos y, como dijo Ana, tratando de ponernos en los zapatos del otro.
Tere

Juan Manuel Bulacio dijo...

Sí Vero, da para mucho más, ya retomaremos la idea y un tema que voy dejando picando...
¿Cuándo y cómo es necesario romper la empatía??

Horacio dijo...

Si bien en primera instancia comparto el espíritu de las preguntas/opciones que planteás al final del post, a veces pienso que, dentro de lo que es la diversidad humana, hay personas a las cuales chocar, colisionar, estar en tensión permanente, les satisface más que estar en armonía