sábado, 10 de abril de 2010

Tiempo, positivismo y libertad

"El presente interior es fugaz y cambiante. Solo en períodos largos vemos lo estable y valioso, aunque solo pueda ser vivido en presente."
Qué difícil es entender el tiempo! Tan objetivo, y tan subjetivo a la vez. Y que difícil es utilizarlo y moverse bien en él.
Una de sus expresiones más absurdas es su aplicación para medir a las personas por su edad. La edad que tiene valor en las etapas de desarrollo, no la tiene para casi nada más, como otras veces hemos mencionado. Insisto, no se trata de "la edad interior" o alguna de sus variantes. Se trata de quitarle valor a un concepto que en la madurez sólo debería estar en los registros legales. Aplicado en lo cotidiano aparece como un marcador condicionante que pretende programar nuestras vidas. Tal vez se deba a la pretensión positivista de medirlo todo, de reducir la experiencia y el valor a la estadística.
Edades, tamaños, cantidades...
Cuando de joven visitaba pueblitos perdidos en Catamarca me llamaba la atención la diferencia de parámetros,
-Si el auto se rompió, empiecen el lunes.
-Tenemos sólo 15 días, hay que empezar hoy!
Solo silencio por respuesta. O bien:
-¿A qué distancia queda la próxima casa?
-Ahícito nomás.
-¿Pero, cuánto? Más o menos... ¿que tiempo tardo?
-Es cerquita.
Podían ser 10 minutos o 2 horas de caminata, la respuesta era invariable.
El tiempo, las dimensiones, la vida era diferente. Naturaleza y libertad versus cultura y esclavitud. Y nosotros pretendíamos enseñarles, desde nuestra irreverente juventud a sabios grandes que, ¡nos escuchaban!
¿Será posible, dentro de la cultura que vivimos, volver a tener libertad interior? ¿Será posible dirigir nuestras vidas un poco más allá de los parámetros, las estadísticas y las diversas formas de positivismo? ¿Será posible vivir nuestro tiempo y no ser vividos? Yo creo que sí.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también creo que sí.
El ser humano ya demostró que todo lo que se propone, lo consigue.
Hay que ver cuanta voluntad ponemos en darnos ese "tiempo" para tener la libertad interior que buscamos.
Cada cultura tiene sus costumbres, como el ejemplo del pueblito, y esas costumbres también cambian con el tiempo, lo que pasa que a veces esos cambios son tan lentos que nuestra vida cronologica no llega a verlos.
Yo ya empecé ahora tomandome mi tiempo para leer el blog y opinar, esa es mi libertad interior que aunque no sea demasiado el tiempo que le dedico es "mi tiempo", y exponga con total libertad "mis ideas".
Un abrazo
Ana Maria M.

Verónica Molina dijo...

Jaaa! Me hiciste reír con los comentarios de tu viaje por Catamarca. Yo, cuando me encuentro con esas respuestas tipo "ahicito" a doscientos km. de distancia, oscilo entre admirarlos como semidioses o querer zamparles un golpe de cafeína en el cerebro... ja! dos o tres cafecitos bien cargados, quizás? Pero es un impulso, Juan Manuel, después se me pasa, creéme.

Es cierto, es una diferencia cultural y, sobre todo, provocada por ese contacto con la naturaleza al que hacés referencia: me sorprendió encontrar en Tilcara, por ejemplo, gente que se había ido de ciudades grandes a poner un barcito ahí, en el pueblo, simplemente para encontrarse con otra forma de apreciar el tiempo, la naturaleza, los ciclos de la vida.

Y comparto totalmente eso: el tiempo y la juventud se miden por cómo vivís tus días, no por lo que dice un document. A menudo, a pesar del tiempo transcurrido, ejerciendo una mayor flexibilidad de la sesera y del cuerpo lográs hacer cosas que cuando eras más joven apenas sí concebías en tu mente... cuánta gente hay que puede correr una maratón a los cuarenta, y que a los veinte años corría un colectivo y se cansaba?

Habrá que darse tiempo para aprender -o reaprender, según sea el caso- a ser más libres de nuestra concepción del tiempo, inclusive, para conectarnos con otras formas de pensamiento, otras culturas, otras formas de medir nuestra vida, también. Un desafío gigante para algunos de nosotros.

Lindo post, lleno de cosas que siempre viene tan bien pensar... y que por eso me dejan pensando, justamente. Gracias.

Juan Manuel Bulacio dijo...

Ana María M, muy claro tu comentario, me alegro mucho que en este remoto espacio te sientas libre de expresar tus ideas! Un beso. JM

Vero: el ejemplo del colectivo y la maratón es por mi? Cuando empecé la residencia (y un poco antes y después también) dejé prácticamente toda actividad física y mi estado físico era lamentable. Fueron más de 10 años!
Regresé para el torneo de futbol de padres a los 32 años, luego gimnasio, comenzar a correr nuevamente, llegar a la media maratón, natación y ciclismo (con mini triatlón incluída) y finalmente, hace 2 años cumplí un sueño, corrí mi primera maratón de 42 km., en Ushuaia. Todavía espero correr alguna vez una maratón internacional, volver al ajedrez, aprender a escribir, tocar el violín, hacer un doctorado en sociología, viajar, y así mucho más. No sé cuánto lograré, pero gracias a soñar alcancé muchas cosas buenas. Y nuchas más me faltan, pero ¿por qué no, si mientras tanto aprendo a disfrutar el camino?
Uy! Me olvidé que estaba en mi blog y no en el tuyo, más proclive a estas reflexiones personales, pero bueno, los gustos hay que dárselos en vida y sin tantas restricciones, no? Un beso. JM

Anónimo dijo...

Nuevamente viene el tema de sacarnos el cassete, en este caso de esa frase que dice Mercedes Sosa en una cancion: "el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos". Yo fui una vez a esos pueblitos que Juan cuenta en Catamarca y es verdad Vero que les daria una dosis de cafeina, pero paro y pienso ¿no sera que nosotros necesitamos unas cuantas dosis de rivotril??, el ritmo del interior es mas sabio y sano que el que llevamos nosotros aqui, y comparto con Ana del tiempo que le dedico a este blog, por ejemplo en este instante mi marido cocina porque yo me colgue aca jajaja que santo!!, y que respeto al otro y a sus tiempos, eso tambien esta bueno,respetar que cada uno tiene un tiempo interno diferente al otro.
Tere

Juan Manuel Bulacio dijo...

Martin siempre fue un fenómeno! Un abrazo para él, Tere!

Quique Figueroa dijo...

Dos cosas.
Una reciente, del viernes p.pdo., de la clase de sociología. El tiempo es un hecho social, siguiendo con los postulados de Emile (Durkheim):"modos de actuar, pensar y sentir externos al individuo, y que poseen un poder de coerción en virtud del cual se imponen a él. O acaso el tiempo no se nos impone?

Y aquí viene el interesante contraste catamarqueño. Se va la segunda!
En una de esos viajes, realizados años ha, hallabame pernoctando en San Fernando del Valle de Catamarca, en un establecimiento enorme y desolado, que supo ser (altri tempi), el seminario menor del NOA. Pero fue a ppios. de siglo XX, y yo lo visitaba en enero de 1984, por ende era casi un lugar fantasmagórico.
Estaba comiendo algo, cuando de la nada apareció un ser peculiar, y establecimos una comunicación que fue casi un soliloquio del tipo.
El buenhombre era ebanista,y en aquel entonces, ya era una persona mayor. Entre otras cosas, me dijo que gran parte del deterioro de la modernidad provenía de la invención de la heladera!
En un primer momento creí que era una tomada de pelo, pero luego el caballero esgrimió sus argumentos, y explicó que en virtud de esto la forma de cocinar, y de prever las medidas, se había ido dejando de lado, como así también otras cosas.
Atando esta anécdota, a esa otra dimensión del tiempo que rescata il dottore, uno puede aproximarse mejor a la sociedad en su contexto y asir algunas cuestiones que hoy parecen perimidas.
Sin embargo, debemos estar atentos, ya que no todo el mundo tiene nuestros mismos hábitos, y una correcta lectura del contexto permite captar mejor la esencia de la sociedad del lugar en general, y de sus componenentes en particular.
Esta mañana estuvimos cuatro horas sin luz, por ende sin internet, ni tv y recordé la afirmación de este buen hombre.
Si ni siquiera pudimos transmitir nuestro programa de radio, y me acordé mas (aún) del filo-ebanista.

Me voy a desenchufar la heladera..

Anónimo dijo...

No sólo que se puede, Juan sino que se debe tener libertad interior.
El consumismo y su abuso de él, condiciona la vida de la gente, en general.
Por eso, el ahicito, que se da en pueblitos de europa, con otras palabras...coge a la derecha, luego al izquierda y a 15mts tómas de nuevo a la izquierda,y caminas mujé, otros 20 minutuos y ahí encontrarás La Macarena, pero resulta que vas en auto y la mano es inversa, entonces querés cortarle la cabeza al andalúz !
En todo lugar hay costumbres diferentes por escenario,no por contenido.
Y fue la simpleza del ahicito, el querer darle cafeína, el desenchufar la heladera, el anadlúz y otros, que nos sirven para reflexionar profundamente, que podemos no ser vividos, sino vivir. Depende de nosotros.
Háganle caso a Quique, desenchufen la heladera.

Ana María Paz

Anónimo dijo...

El tiempo sólo parece necesario para acordar con los otros. En lo personal se puede vivir haciendo, pensando, soñando y la medida puede ser la satisfacción y no la edad.
Me encanta la anécdota de la fallida encerrona a los seguidores del SubComandante Marcos que tenían pactada una reunión infiltrada porque el ejército asumió que se cumpliría día y hora de la reunión, y ellos lo tomaban estimativamente, iban a llegar a medida que les pareciera, un poco antes, un mucho después, como fuera fluyendo la vida, no es lindo?
Magda

Juan Manuel Bulacio dijo...

Bueno, volviendo a Catamarca. Al final tanto nos contagiábamos que citábamos a Misa a las 11 por ejemplo en algún lugarcito por ahí y llegábamos a las 12 para que el Padre Ferro comenzara a confesar. Por supuesto nadie se quejaba sino todo lo contrario...
Por favor, no imitar en Buenos Aires, eh? Como dice Magda en su mensaje inaugural aquí, el tiempo es "necesario para acordar con los otros". Y en la Gran Ciudad somos unos cuantos...