martes, 9 de septiembre de 2008

En el silencio de la noche

A pesar de mis buenas intenciones, el lunes resultó difícil, trabado. Tal vez demasiadas incertidumbres. O excesiva e innecesaria "manija". A pesar del esfuerzo, las cosas no salían como esperaba y el ánimo oscilaba. Luego de comer en familia, fui, por insistencia de mi hijo, al gimnasio. Allí me comuniqué con él con facilidad. Lo vi correr y transpiré a su lado. Al regresar a casa me había recuperado. Nuevamente me sentí vital, optimista, alegre. Una vez más comprobé los beneficios del deporte. Y en el silencio de la noche, me levanté para compartir estas lineas. Es que pensé y sentí, que con un poco de esfuerzo, podemos cambiar nuestro ánimo, influír positivamente sobre nosotros mismos y sobre nuestros pares. Siempre algo podemos hacer para estar mejor. En el silencio de la noche me prometí que el martes sería un gran día... Ya es hora de dormir. Hasta mañana.

2 comentarios:

Quique Figueroa dijo...

Mientras el Juano estaba manijeau (cuestión habitual en esta, nuestra vida moderna), yo tenía que cocinar en casa.
Arranqué intentando inspirarme, radio mediante. Bastaron 120 segundos de una escucha difusa, para optar por un vinilo digitalizado, vulgo CD.
Con Thelonious Monk, hube de corroborar como muchos de nuestros medios nos suelen agotar. Ni hablar de dejarnos pensar.
El "psique-atleta" opta por la cinta, lo mío fué [algo] mas sedentario. Puse un video de Fuoco, Igino Giordani, y con sus sabias palabras, Morfeo arrasó mi ser.
Clamo por el retorno de un micro como el de Lito Vitale "Ese amigo del alma". Como una forma de desentumecernos de la mala onda y diatribas que se nos pegan a diario, y dormirnos en paz, armonía y melódicamente.

Anónimo dijo...

Qué bueno que todavía existen personas optimistas que contagian al común de la gente las ganas de ver el día, aunque sea muy agitado, con otro color...