miércoles, 5 de agosto de 2009

Ser humano, educaciòn y cultura

El ser humano no puede concebirse fuera de una cultura. Tan claro es esto que si un recién nacido permaneciera aislado de otros hombres no se desarrollaría como tal y parecería un animal más. Un contacto tardío con la cultura sería insuficiente y ese ser humano no podría nunca entrar en ella ni alcanzar objetivos mínimos como por ejemplo el lenguaje. Un ser humano actual es, sin embargo, indistinguible biológicamente de uno nacido hace 10000 años. Puede suponerse que si cambiaran sus respectivas culturas se desarrollarían de forma acorde con su medio.
En el hombre se intrincan inexorablemente factores biológicos y culturales. La formación de cultura es inherente a la condición humana y se produce en forma colectiva e inexorable desde que el hombre existe. Esa construcción gigantesca no puede cambiarse bruscamente, se necesitan muchísimos cambios pequeños o algún aporte u suceso extraordinario.
En nuestro medio, muchas veces la dirigencia propone cambios bruscos buscando quedar en la historia, pero al no ir al fondo cultural los cambios solo serán circunstanciales. Al interesarse en sus propios logros, poco cambio real producen sobre la sociedad. Un factor trascendente para la formación de cultura está dado por los medios masivos de comunicación. A menudo llegan a reemplazar en la formación de los niños a la indelegable función familiar. Si se piensa que el objetivo central de dichos medios suele ser la rentabilidad, se advierte fácilmente el riesgo que implican.
Quienes mucho luchan para la formación básica de los niños y la construcción de cultura son los docentes por vocación, los escritores, los artistas en general y, en su ámbito específico, los padres de familia. Estas tareas esenciales deberían ser estimuladas por políticas de estado.
Las acciones trascendentes de la dirigencia política deberían centrarse en administrar lo actual apuntando al Bien Común y en favorecer un cambio cultural de fondo a través de los agentes que intervienen en su formación. Dentro del respeto básico por el ser humano, por la libertad de opinión y por el derecho de los padres a la crianza de sus hijos los gobernantes deben actuar sobre le educación de un modo creativo, sobre los medios de comunicación y favorecer todas las expresiones multiplicadoras de cultura que favorezcan el bien común.

7 comentarios:

Quique Figueroa dijo...

Celebro el regreso dil dottore a notas de largo aliento. Veo ha tomado aire suficiente, en hora buena!
Los medios, la formación, la casa, etc., todo esto nos moldea y nos configura. Los medios, hoy hiperpresentes, y en una carrera ascendente, imparable, innegable.
Lo mejor es asumirlos y educarnos y educar a los párvulos para que seleccionen con un criterio.
Si los hacemos jugar a favor, los medios pueden ser un factor que sume, en lugar de restar.
Señales como Encuentro, canal 7, Nat Geo, History Channel suelen agregar.
Luego habrá que escudriñar la grilla de programación, pero también contagiar pasión por la radio, por los discos (entendiendo por esto vinilos, pasta, casetes, magazines, compactos o DVD), por las revistas de historietas, por los libros, y por la vida al aire libre.
Bien dice Juano, la dirigencia podrá preocuparse por implementar cambios educativos, pero hasta que estos llegan al aula, los críos habrán finalizado sus estudios ..
Debemos involucrarnos y proveerles las herramientas necesarias: oreja, cariño, contención, acompañamiento. Mucho de afecto y poco de intelecto.
Los cambios se dan de a poco, gradualmente, crecen como la pared: por hiladas, y para que florezcan, deben crecer desde el pie (gracias Don Alfredo!)

Anónimo dijo...

Es verdad, ya estábamos extrañando tus escritos, gracias por volver para reflexionar.
Me gustó también el aporte de Quique.
Saludos.

Anónimo dijo...

Un sabio difusor de cultura entre los indigentes, anticipándose a las preguntas que oía repetidamente ("¿Para qué sirve aprender a leer y entender lo que se lee, o aprender a apreciar un cuadro de Miguel Ángel, un vals de Chopin, un film de Fellini?"), respondía: "Sirve para crecer en cultura, y la cultura es lo único que ningún hombre puede perder. Pueden quitarle o puede perder todo, pero la cultura que haya adquirido no podrá perderla ni podrán quitársela nunca". A esta sentencia podríamos sumar la de Virginia Woolf: "La cultura es la única arma que los seres humanos tenemos contra la pesadumbre de la muerte".>

Anónimo dijo...

Hay dos aspectos indisociables de nuestra vida, la individualidad y al mismo tiempo la socialidad. En un sentido antropológico amplio indudablemente que somos individuos y cada quien es cada quien, por más que lo quieran dos personas, una no puede ser la otra, no puede asumir sus derechos ni sus responsabilidades. Por ello, la educación exige la formación de la auténtica personalidad individual sí, pero también con un claro sentido social, de tal manera que podamos evitar dos amenazas unilaterales, por una parte la amenaza individual que hace a la gente antisocial y, por parte, la amenaza colectivista que la hace antipersonal. Ese es el reto difícil de la vida humana y también de la orientación educativa, esto es, formar individuos capaces de mantener y desarrollar la responsabilidad personal y la cooperación sin despersonalizarse en la relación con los demás, en que se busque el bien común del grupo, pero sin caer en excesos de falta de identidad masificadora.

Al respecto, podemos añadir otro rasgo esta descripción antropológica en relación con valores en educación: Cada uno de nosotros es un ser temporal histórico, pero también está abierto a la trascendencia.

Por ejemplo, si este momento pensamos en afirmaciones evidentes por sí mismas (como dos y dos son cuatro o todo círculo es redondo) lo estamos haciendo en un momento determinado y en un lugar concreto, pero lo que pensamos tiene validez ultratemporal, y eso se da constantemente en la vida humana y en la tarea educativa. En determinada aula, en la clase de nueve a diez, un maestro está enseñando matemática y lo que allí se está aprendiendo, no solamente vale de nueve a diez sino que tiene validez permanente en la medida en que de veras se base en relaciones esenciales de objetos matemáticos. Lo mismo podemos decir de otros campos fundamentales de conocimiento, incluyendo desde luego los principios éticos fundamentales, por ejemplo, que toda persona merece respeto eso vale aquí y ahora, vale en cualquier momento y en cualquier lugar. En ese sentido creo que otro reto muy importante de la educación es la correcta relación entre lo histórico y lo que permanece y tiene valor trascendente. Necesitamos conciencia histórica porque nuestra existencia es sucesiva, de tal manera que nada de lo nuestro existe instantáneamente y llega a ser plenitud como ser humano en un sólo instante; es necesario que conectemos correctamente estas dimensiones del tiempo en la misma tarea educativa.

Sólo reconociendo nuestra existencia sucesiva y nuestra vinculación de unos con otros como personas y como generaciones, tienen sentido relaciones tan abstractas como el servicio a nuestra patria, porque a cada quien le toca determinada tarea durante el tiempo concreto de su existencia sucesiva. Si alguien quiere construir el país total son su solo esfuerzo, está pensando en lo imposible; a cada uno nos toca poner el ladrillo que la existencia sucesiva personal pone en nuestras manos y entre todos construimos la patria común, como individuos históricos y trascendentes, temporales y abiertos a lo permanente.

Todo ello nos ofrece una opción constante en el ejercicio de nuestra libertad; somos seres con voluntad libre y voluntad en el doble sentido de la palabra, como capacidad de tendencia al bien sin límite y como capacidad de autodeterminación, y este es el reto de formación valoral, ética por excelencia en educación: educar para la libertad, la libertad bien entendida, como posibilidad de realizar responsablemente el bien. De tal manera, existe una articulación educativa esencial entre la verdad, el bien y libertad y ésta es la conciencia, la facultad que se encarga de orientarnos y de juzgar nuestro uso personal de la libertad y también el uso de las libertades ajenas.

Juan Manuel Bulacio dijo...

Muy buenos aportes! Gracias a todos (podrán firmar sus comentarios?). JMB

Anónimo dijo...

El anonimato tiene mala prensa. Muchas veces, injustamente, asociamos al ser anónimo con un villano. Y a la falta de identidad, con un manotazo por la espalda.
La mayoría de los seres anónimos que conozco no son así. Por el contrario, por ser buenos tipos es que han permanecidos como personajes desconocidos, sin protagonismo, ignorados. La propia democracia, sin ir muy lejos, se encarga (cuarto oscuro mediante) de decirnos que la manera más sana de hacer valer nuestro voto es de manera anónima.

Juan Manuel Bulacio dijo...

Estimado "anónimo", sólo quiero aclararle que respeto su condición dada la naturaleza de su aporte. Aunque en general prefiero los comentarios firmados, muchas veces el anonimato es plenamente justificado. Sólo no me gustan cuando se utilizan para agredir, lo cual, obviamente, está muy lejos de ser su caso. Espero seguir leyendo sus comentarios, en el acuerdo y en el desacuerdo.
Le mando un cordial saludo. JMB